Orlando Garcia Militante de Sortu
Custodia compartida, la propuesta de la izquierda y el feminismo
El debate sobre la custodia compartida que se está
produciendo en el seno de Sortu refleja un lastre difícil de desgajar de
nuestra piel provocado por un proceso despiadado de represión sin
tregua que nos ha exigido durante décadas una lucha endemoniada, sin
concesiones, sin matices, con el agrupamiento y el cierre de filas como
estrategias defensivas. De ahí ha derivado un cierto maniqueísmo
reduccionista que encasilla los posicionamientos a la hora de abordar
cualquiera de esos asuntos sociales de carácter sectorial que
considerábamos, sin reconocerlo, de segundo orden. Las urgencias eran
otras.
En este contexto se enmarca, a nuestro juicio, las prevenciones
contra la llamada custodia compartida que el compañero Niko Moreno
expresaba recientemente en estas mismas páginas. Unas prevenciones que
desde la propia Kidetza (Federación de Madres y Padres Separados) nos
hemos encargado de aclarar, explicar, matizar y en cierta medida,
creemos, resolver, con responsables directos de Sortu en la organización
del debate interno que se dará durante las próximas semanas en torno a
este tema.
Pero pasamos a desgranar tus prevenciones contra la
ILP para la Ley de Corresponsabilidad Parental que ha presentado la
Federación -porque ese es su verdadero nombre, debido a que aborda este
problema social de modo integral sin ceñirse exclusiva y erróneamente a
la Custodia Compartida- con la sana intención de aportar ideas para un
debate que se ha convertido en público, porque en Sortu debemos no solo
cambiar nuestra sociedad, sino también observarla y ella misma se
encargará de premiar a quien cumple ya medio siglo de lucha denodada y
ejemplar.
¿Por qué consideras que el feminismo se está «desconfigurando»?
¿Porque ha evolucionado? Quizás pienses que el feminismo debería seguir
pertrechado en los esquemas de hace varias décadas y quizás no entiendas
que haya un número creciente de feministas que apoyen la custodia
compartida, como lo hacen en prácticamente toda Europa desde hace más de
veinte años. La desigualdad existente, e insultante todavía, en
demasiados casos, en contra de la mujer no se combate con otra
desigualdad igualmente insultante en los casos de separación con hijos.
Lo único que consigues es crear más injusticia, añadida a la que ya
existe. La castración anímica y emocional que un hijo siente cuando no
convive con -y en demasiados casos prácticamente ni conoce a- uno de sus
progenitores es como los lodos de lindano en el pantano de Oiola, que
abastece parcialmente de agua «potable» a Barakaldo, no se contrarrestan
entre ellos, ni se equilibran, simplemente se acumulan.
Pero hay una afirmación que consideramos claramente decepcionante
cuando dices que solo te parece efectiva la custodia compartida «cuando
haya una verdadera igualdad previa». En definitiva, como la mujer está
claramente discriminada en nuestra sociedad, vamos a intentar que se
beneficie económicamente en los casos de separación. ¿Te das cuenta,
Niko, de que estás utilizando un argumento de género para un problema
que no es de género, sino social y que afecta principalmente a los
hijos? ¿No decíamos que es su bien el objetivo prioritario y no el de la
madre o el padre?
Introduzcamos, por tanto, una justificación de
género en las fauces del caballo de Troya para ocultar la verdadera
intención que nos anima y para ver si «cuela» una cosa por otra.
Utilicemos a los hijos, ¿por qué no?, para «compensar» una desigualdad
de géneros que se da en nuestra sociedad desde tiempo inmemorial y que
no superaremos en décadas, por mucha prisa que nos demos.
Te recomendamos que releas el clarificador y documentado artículo que
escribió recientemente Xabier Onaindia, reconocido pediatra y
simpatizante declarado de la izquierda abertzale. Xabier menciona a
Bauserman (2002) y a Kelly (2000) como los autores de conclusiones como
que «los niños están mejor adaptados, están más satisfechos y se
desarrollan mejor» en custodia compartida.
Ahora bien, exigir la necesidad de acuerdo previo entre los
progenitores para su concesión significa introducir un derecho de veto,
también en las entrañas del caballo de Troya, para ocultar nuestra
verdadera intención: imposibilitar tal custodia e impulsar la
monoparental para equilibrar la desigualdad de género. La consecuencia,
como señala Onaindia, es que «nos encontramos con una radiografía
familiar que nos muestra una madre empobrecida que se queda en el
domicilio conyugal, si lo hubiere, con la custodia de los hijos y/o
hijas -muchas veces sin recibir la pensión asignada-, y un padre
empobrecido, sin casa, con un régimen de visitas de cada dos fines de
semana, que no quiere o no puede pagar la pensión que le han impuesto;
un verdadero drama para ambos». Un disparate, Niko -añadiríamos
nosotros-, un verdadero disparate que destruye los vínculos de los hijos
con el progenitor no custodio y, dentro de una concepción paradójica e
inconscientemente neopatriarcal, enclaustra a la madre en el hogar
dentro del clásico papel machista que se le ha asignado históricamente,
además de dificultar, aun más, su inserción laboral y profesional.
Y no entendemos, Niko, la insistencia en la liquidación de bienes
tras la separación como una barrera insalvable para admitir la custodia
compartida en nuestra organización cuando, de hecho, lo que ocurre en la
actualidad es justo lo que se dice pretender evitar, pero por parte del
actual progenitor beneficiado; es decir, que dicho progenitor puede
anteponer -y antepone en la mayoría de los casos, reconozcámoslo, Niko-
el aspecto puramente material porque la ley le beneficia
escandalosamente dejando de lado el interés de los menores.
La actual propuesta de Kidetza prevé el uso de la vivienda por parte
de quien sufra peor situación económica por tres años prorrogables hasta
la liquidación efectiva de los bienes y son asuntos sociales quienes
deben habilitar vivienda social -de la que, por cierto, ya disponemos-
(mencionar que en la ILP se contempla una partida presupuestaria para
tal fin), para acoger, por ese periodo de tiempo, a quien se deba ir de
la vivienda conyugal, aunque el texto es revisable y se podría aumentar
ese tiempo de permanencia. La ILP no deja «tirado» a nadie, Niko, como
ocurre en la actualidad. Veamos los puntos de acuerdo, no seamos torpes y
no cedamos esta iniciativa a la derecha.
S i ambos progenitores están en condiciones de
ejercer la custodia compartida, si la información que el juez posee lo
aconseja, si no hay ninguna causa que lo impida -y las hay, en muchos
casos- y si alguno de los dos la solicita, la custodia debe ejercerse de
forma compartida, sin derecho de veto por parte de nadie. Fíjate en los
requisitos que hemos señalado, ¿te parecen pocos? ¿Llamamos custodia
compartida preferente a eso? Desterremos el vocablo, si es lo que
molesta. Fíjate en el contenido y acordemos el texto entre todos.
Continuar con la actual legislación, como propones, significa
equipararse a las legislaciones italiana y española, basadas en un
tejido social y cultural distinto al nuestro. En esta materia
legislativa, parece ser, somos aún más españoles de lo que creemos,
Niko.
No nos imaginemos caballos de Troya repletos de perversas
intenciones. Analicemos nuestra sociedad actual y despojémonos de
maniqueísmos que lastran el avance de una izquierda con un espléndido
futuro en nuestro país a la que tenemos la suerte y el orgullo de
pertenecer.
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